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Columna de Adictos y adicciones: Honestidad, la mejor arma

Alicia es una mujer de sesenta y pocos años, quienes la conocen han visto en ella una transformación increíble, de ser una señora sufridora y muy creyente, pasó a ser una verdadera activista, dedicada a pasar un mensaje práctico para enfrentar la adicción de un ser querido y una ruta de vida, confiando en Dios o un poder superior. “Me he alejado de la religión, pero no de Dios”, dijo nuestra amiga, con una sonrisa en los labios.

En sus propias palabras, Alicia se describe como una madre sobreprotectora, siempre preocupada por su familia, al punto que se sentía obligada a resolver los problemas de hijos, nietos y parientes. “En pocas palabras era bien metiche”, Alicia suelta una carcajada y agrega, “Estaba en todo y en nada, le quería arreglar la vida a todo mundo, yo era doña perfecta, para todo tenía una solución, menos para la adicción de mi hijo Daniel, no la quería ver, era una consciente inconsciente, sabía que mi hijo andaba en malos pasos, pero lo negaba, el problema me sobrepasaba y prefería sufrir, llorar y rezar en silencio”.

El día que encontró a Daniel tirado en el piso de su recámara, Alicia sintió una punzada de muerte en el pecho, “Escuché un golpe muy fuerte, toque la puerta y, al no recibir respuesta, le llamé al menor de mis hijos, forzamos la puerta y ahí estaba, tirado, convulsionando y con los labios azules”.

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Alicia no pudo negarlo más, Daniel estuvo al borde de la muerte y, de continuar así, el día menos pensado la suerte lo abandonaría. “En el hospital me dieron la noticia que mi hijo había tenido una sobredosis con fentanilo. Yo no tenía ni idea de que me estaban hablando”.

La trabajadora social del hospital, le recomendó asistir a un programa de doce pasos. La sugerencia cayó en saco roto; Alicia trató por todos los medios de controlar el ir y venir de Daniel, pero entre más se esforzaba ella, menos resultados obtenía.

Después de un año de conflictos, pláticas, promesas, buenos deseos y chantajes, Alicia decidió buscar ayuda; nuevamente le recomendaron un programa de doce pasos, esta vez hizo caso a la sugerencia, y su vida empezó a dar un giro de ciento ochenta grados.

“Otro día le contaré mi experiencia en el grupo, hoy solo le diré que gracias a ese grupo mi vida ha cambiado, mi adicto sigue igual, pero ahora ya no trato de controlar su vida, tampoco soy su tapadera y menos su proveedora. He hecho algunos cambios, que han tenido una gran repercusión en mi familia, aunque no fueron de la noche a la mañana.

Igual que miles de madres y esposas, que acuden en busca de ayuda por la adicción de un ser querido, Alicia llegó pensando que en su grupo le dirían qué hacer con el adicto, jamás se imaginó que el programa de doce pasos es personal y que en vez de tratar de cambiar al adicto, hay que tratar de cambiar uno mismo.

“Mi primer gran reto fue reconocer mi soberbia, descubrirme a mí misma mentirosa y manipuladora, siempre justificada por una buena causa, pero al fin y al cabo, con muchos defectos de carácter. Después de escuchar cientos de veces a mis compañeras, tuve que aceptar que no dejaba que Dios actuara en mi vida, siempre le estaba diciendo qué hacer. Lo más difícil ha sido dejar la vida de mi hijo en manos de Dios, soltarlo con amor, eso aún no lo logro por completo”.

“Si me preguntan ¿por dónde empezar? yo les respondo que sean honestas consigo mismas, no negar la realidad, buscar ayuda y sobre todo, informarse, no se puede ayudar a nadie si ignoramos qué le pasa. ¿Qué droga usa su ser querido?, ¿Cuáles son sus efectos?, ¿Qué peligros corre?, hay muchas preguntas que debemos responder, la información está disponible, les aseguro que la ignorancia y el apego son las razones del sufrimiento”.

Alicia dibuja una gran sonrisa y concluye nuestra plática diciendo: “Para enfrentar la adicción de un ser querido, lo primero es confiar en Dios, ser honesto consigo mismo y estar bien informado. El miedo es mal consejero”.

Agradezco el tiempo que pasamos al teléfono con Alicia, es una gran conversadora y tiene toda la actitud para salir adelante. Si usted está viviendo el infierno de ver a un ser querido destruirse, no se cruce de brazos, busque ayuda.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

El fentanilo es un fuerte opioide sintético similar a la morfina, pero entre 50 y 100 veces más potente.

En su modalidad recetada, el fentanilo se conoce como Actiq®, Duragesic® y Sublimaze®. En el mercado negro el fentanilo se conoce comunmente como: Apache, China Girl, China White, Dance Fever, Friend, Goodfellas, Jackpot, Murder 8, y Tango & Cash.

Con la finalidad de aumentar las ganancias, frecuentemente el fentanilo se mezcla con otras drogas como heroína, cocaína, MDMA (éxtasis) y metanfetamina. Debido a estas mezclas, cuando se presenta una sobredosis a veces es difícil saber cuál es la sustancia que está provocando el problema.

El fentanilo se vende ilegalmente en forma de polvo, en gotas sobre papel secante, en envases de gotas para los ojos, rociadores nasales o en pastillas parecidas a las de otros opioides recetados.

Para mayor información consulte: https://www.drugabuse.gov

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