Haber permitido a Pacquiao pelear contra Mayweather fue un duro golpe al boxeo
La mañana siguiente a la pelea estuvo llena de risas tontas sobre un asunto estúpido. La legendaria frase de P.T. Barnum parecía venida como anillo al dedo: “Cada minuto nace un ingenuo”.
Incluídos entre esos ingenuos estuvieron los 16,507 que llenaron la Arena Grand Garden del MGM, generado un pago de $74 millones a la entrada, todo para ver a Floyd Mayweather Jr. ganarle a Manny Pacquiao en una pelea que atrajo tanta atención como la autopista 405 a las 8 a.m. También en la bolsa de Barnum estuvieron los millones que pagaron $100 por verla en la tele, y las hordas de los medios que los animaron a hacerlo.
Esta fue anunciada como la Pelea del Siglo. Como lo expresó tan acertadamente el Wall Street Journal, que bueno que todavía tenemos 85 años para superarla.
Hay algo serio y significativo de lo ocurrido el sábado por la noche.
En efecto, en una noche que pudiera haber salvado al deporte, o al menos mejorado su reputación, solo logro empeorarla. Eso no fue por la razón obvia de entregar una pelea predecible y aburrida, sino por haber perdido la oportunidad que ella presentaba.
Más de una hora después de la pelea, cuando la mayoría de las personas cuerdas estaban dormidas, el equipo de Pacquiao reveló, en la conferencia de prensa posterior a la pelea, que su boxeador había peleado con una lesión en el hombro derecho.
El desgarramiento muscular habría ocurrido a principios de abril, durante una sesión de entrenamiento en el Gimansio Comodín en Los Ángeles, perteneciente al entrenador de Pacquiao, Freddie Roach. Las sesiones del peleador habían estado cerradas a los medios y para todos, salvo para un puñado de miembros del equipo.
Roach dijo que la lesión parecía haber sanado. Pero llegó un momento en el entrenamiento en que tuvo a Pacquiao trabajando solamente en repeticiones de golpes con la izquierda.
Pacquiao dijo en la conferencia de prensa que se volvió a lastimar el hombro a principios de la pelea y perdió efectividad después de eso.
La situación se puso más complicada a medida que la conferencia de prensa continuaba. Se volvió un juego de quien sabía y cuando lo supieron.
Bob Arum, presidente ejecutivo del Top Rank Boxing y promotor de Pacquiao, dijo que habían enviado una petición para que Pacquiao fuera inyectado con analgésicos para la pelea. Esa inyección sería un cóctel de tres medicamentos, ninguno prohibido, entre ellos la lidocaína. Arum declaró que la petición fue enviada a la Comisión estatal de boxeo de Nevada hacía una semana.
El sábado por la tarde a las 6:08 p.m., tres horas antes de la pelea, Bruce Trampler del Top Rank se acercó a la comisión para solicitar que la inyección se llevara a cabo. La comisión no lo aprobó.
Entonces Pacquiao salió, volvió a lesionarse el brazo, y buena parte de la conferencia de prensa tras la pelea fomentó la impresión de que él peleó prácticamente con un brazo. También se dejó entrever que, de alguna manera, la Comisión de Nevada le había jugado una mala pasada.
Esa impresión se volvió rápidamente más confusa cuando, ya al final de la conferencia y cuando los reporteros iban de salida, el presidente de la comisión, Francisco Aguilar, tomó el micrófono para añadir que la comisión no supo nada de la lesión de Pacquiao sino hasta la petición de Trampler. Continuó diciendo que de haber sabido del asunto de manera oportuna, ellos hubieran ordenado una resonancia magnética para confirmar la lesión y permitir la inyección.
Todo esto lleva a la pregunta de los $64,000, o en el caso de esta pelea, las preguntas de los $640- millones:
- ¿Por qué el boxeo no pospuso la pelea?
¿Por qué no se fajaron los pantalones, enfrentaron el escepticismo inevitable e hicieron lo correcto?
¿Por qué se arriesgaron tanto a sabiendas de que semejante lesión reduciría las posibilidades de Pacquiao contra Mayweather a casi cero y a desalentar más a una generación de fanáticos del box?
Aquellos que pagaron en grande para ver esto, ya se sentían robados por una pelea de bostezo. Ahora les dicen que pagaron por mercancía dañada y aburrida. Para la mayoría, viendo a futuro, la respuesta será: me engañaron una vez… pero…
Todo esto, recuerda, llegó en una noche que comenzó con varias compañías de cable que ofrecían la pelea en pago por evento bolqueadas casi a la hora de la pelea con las prisas de órdenes de última hora. El mundo del Twitter se llenó de fotos de pantallas de televisión sin imagen, enviadas por personas que ya habían pagado sus $100.
Arum fue cuestionado acerca de lo ético de sacar a pelear a un boxeador lesionado, y el contestó: “todos los atletas juegan con lesiones”.
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