Familias conmocionadas empiezan a visitar sus hogares calcinados en Los Ángeles
LOS ÁNGELES — Muchos vieron sus hogares arder en televisión en un estado de conmoción.
Desde que las llamas estallaron en Los Ángeles y sus alrededores, decenas de residentes han regresado a sus vecindarios aún humeantes, incluso mientras la amenaza de nuevos incendios persistía y la segunda ciudad más poblada del país permanecía inquieta. Para algunos, fue la primera mirada a la impactante realidad de lo que se perdió en momentos en los que la región enfrenta el colosal desafío de superar el desastre y reconstruir.
El área metropolitana de Los Ángeles y sus 13 millones de residentes, que no han visto caer lluvia en más de ocho meses, despertaron el viernes a otro día de fuertes vientos que más tarde amainaron, lo que permitió a los bomberos empezar a ganar algo de control sobre los incendios más grandes.
Bridget Berg, que estaba en el trabajo cuando vio en la televisión cómo su casa en Altadena estallaba en llamas el martes, regresó por primera vez con su familia dos días después “sólo para hacerlo real”.
Sus pies crujían sobre los pedazos rotos de lo que había sido su hogar durante 16 años.
Sus hijos examinaron los escombros en la acera y encontraron una maceta de barro y algunos recuerdos mientras buscaban grabados japoneses en madera que esperaban recuperar. Su esposo sacó la mano de los escombros cerca de la chimenea aún en pie, sosteniendo un trozo de madera petrificada que le heredado su abuela.
“Está bien. Está bien”, dijo Berg mientras evaluaba la destrucción, describiendo la terraza y la piscina desde donde su familia veía fuegos artificiales. “No es como que sólo nosotros perdimos nuestra casa, todos perdieron su casa”.
Los incendios han quemado más de 12.000 hogares y otras estructuras desde el martes, cuando comenzaron a alrededor de una extensión densamente poblada de 40 kilómetros (25 millas) al norte del centro de Los Ángeles. Aún no se ha identificado la causa de los incendios más grandes.
Por lo menos 11 personas han muerto, cinco a causa del incendio de Palisades y seis en el incendio de Eaton, según la oficina del médico forense del condado de Los Ángeles. Los funcionarios dijeron que prevén que ese número aumente a medida que los perros rastreadores de cadáveres recorran los vecindarios arrasados para evaluar la devastación en un área más grande que la ciudad de San Francisco.
El viernes, los funcionarios establecieron un centro donde las personas podrían reportar a los desaparecidos. Aproximadamente 150.000 personas permanecían bajo órdenes de evacuación, y los incendios han consumido unos 145 kilómetros cuadrados (56 millas cuadradas).
Los incendios arrasaron con las viviendas de todo tipo de personas, desde meseros hasta estrellas de cine. El gobierno aún no ha publicado cifras sobre el costo de los daños, pero empresas privadas han estimado que ascenderá a decenas de miles de millones de dólares.
Las llamas engulleron escuelas, iglesias, una sinagoga, bibliotecas, boutiques, bares, restaurantes, bancos y monumentos locales como la Casa Rancho Western de Will Rogers y una mansión de estilo arquitectónico Reina Ana en Altadena que data de 1887 y fue encargada para el rico cartógrafo Andrew McNally.
Vecinos deambulaban por las ruinas el viernes con miradas distantes sobre los escombros mientras describían dormitorios ahora desaparecidos, cocinas recientemente remodeladas y espacios al aire libre. Algunos hablaban de las hermosas vistas que los atrajeron a sus propiedades, sus palabras contrastando fuertemente con la escena de hollín y cenizas.
En la comunidad costera de Pacific Palisades, Greg Benton inspeccionaba el sitio donde había vivido durante 31 años, esperando encontrar el anillo de bodas de su bisabuela entre los restos.
“Acabábamos de pasar la mañana de Navidad justo aquí, justo frente a esa chimenea. Y esto es lo que queda”, comentó señalando los escombros ennegrecidos que alguna vez fueron su sala de estar. “Son esos pequeños recuerdos familiares los que realmente duelen más”.
En otras partes de la ciudad, las personas en sitios de recolección revisaban cajas de cartón con artículos donados para reiniciar sus vidas.
Mientras tanto, los bomberos lograron avances por primera vez desde el martes para contener el incendio de Eaton al norte de Pasadena, que ha quemado más de 7.000 estructuras, un término que incluye hogares, edificios de apartamentos, negocios, dependencias y vehículos.
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, quien enfrenta una prueba crítica de su liderazgo mientras su ciudad soporta su mayor crisis en décadas, dijo que también se contuvieron varios incendios más pequeños en las últimas 24 horas.
Las cuadrillas también avanzaban en el incendio de Palisades que quemó 5.300 estructuras y es el más destructivo en la historia de Los Ángeles.
En algunos vecindarios, los hidrantes se secaron y el sistema de agua colapsó. El gobernador californiano Gavin Newsom ordenó el viernes una investigación sobre la pérdida de presión del agua.
Elementos de la Guardia Nacional de California llegaron a las calles de Altadena antes del amanecer para ayudar a proteger las propiedades de la zona de evacuación por incendios y se establecieron toques de queda en esas áreas para prevenir saqueos después de que se realizaron varios arrestos.
El nivel de devastación es impactante incluso en un estado que regularmente enfrenta incendios forestales masivos.
Anna Yeager señaló que ella y su esposo agonizaron por volver a su querido vecindario de Altadena cerca de Pasadena después de huir el martes por la noche con su hija de 6 años y su hijo de 3 años, sus dos perros y algo de ropa extra. Un vecino les dijo que su casa había desaparecido.
Ahora lamenta no haber tomado las obras de arte de sus hijos, los preciados libros de cocina de su esposo, fotos familiares y joyas tanto de su madre que murió en 2012 como de la abuela de su esposo que sobrevivió a Auschwitz.
Cuando la pareja regresó, sólo había “chimenea tras chimenea”.
“Postes de luz por todas partes. Incendios aún ardiendo por todas partes”, comentó y agregó que cuando se acercaron a su casa “era puro polvo”.
Toronjas carbonizadas llenaban su patio alrededor de un árbol ennegrecido, mientras algunos seguían colgando de sus ramas.
El vecindario donde vive Yeager repleto de casas de estilo Tudor planeaba celebrar su centenario en mayo.
“Construyes un mundo para ti y tu familia, y te sientes seguro en ese mundo y suceden cosas como esta que no puedes controlar”, expresó. “Es devastador”.
Había restos del porche delantero donde Yeager había fotografiado a sus hijos casi a diario desde 2020 y había planeado seguir haciéndolo hasta que llegaran a la escuela secundaria. Eso le dio esperanza.
“El porche todavía está ahí y para mí, es una señal de reconstruir y no irse”, comentó. “Es como decir: ‘Oye, todavía estoy aquí. Todavía puedes hacer esto’”.
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