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Gastaban todos sus ingresos en la renta, hasta que un garaje convertido en vivienda accesoria los salvó

A young family of three
La mamá, Nadine Levyfield; el bebé, Lev Marshak, y el papá, Charlie Marshak, disfrutan de un momento feliz frente a la casa de la infancia de Levyfield.
(Ricardo DeAratanha/Los Angeles Times)
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Seis años después de conocerse como estudiantes en UC Berkeley, Nadine Levyfield y Charlie Marshak se sintieron emocionados de reconectar románticamente en Los Ángeles como profesionales: Marshak como científico de datos en el Laboratorio de Propulsión a Reacción en La Cañada Flintridge y Levyfield como técnica de servicios profesionales en la Universidad de Glendale Community.

Sin embargo, el entusiasmo de ambos a largo plazo se desvaneció un poco después de que se mudaron juntos a su primer apartamento, en Echo Park. “Gastábamos todo nuestro dinero en la renta”, comentó Levyfield sobre la vivienda de estilo Craftsman, de 100 años de antigüedad, que ella describe como una propiedad subdividida ilegalmente, que estaba plagada de moho, ratones y tenía mala ventilación.

Las tasas hipotecarias históricamente bajas y la pandemia pueden haber llevado a reacios compradores de vivienda primerizos a dar el paso recientemente, pero el aumento vertiginoso de los precios en todo el país, y en Los Ángeles en particular, significa que muchas parejas jóvenes no pueden ahorrar para el pago inicial en una casa. A medida que los alquileres continúan aumentando, algunos milenios deben ser creativos, y eligen unidades de vivienda accesorias (o ADU, por sus siglas en inglés) como una forma de residir cerca de sus familias, en vecindarios donde crecieron pero que ahora no pueden pagar.

A garage with pitched roof
El garaje de Eagle Rock antes de ser transformado en una unidad ADU.
(Charlie Marshak)

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An ADU rests close to a home
El garaje, ahora una ADU, con dos dormitorios y un baño.
(Ricardo DeAratanha/Los Angeles Times)

“La mayoría de nuestros compañeros y amigos gastan todo su dinero en la renta”, comentó Levyfield, de 32 años. “Y muchos buscan viviendas multifamiliares. Tengo un pariente que vive en la casa trasera de su papá; mi mejor amiga y sus tres hijos viven en la casa trasera, junto con sus padres”.

Cuando una amiga cercana de la familia construyó una ADU en Eagle Rock para complementar sus ingresos jubilatorios, la pareja se alegró de rentar un espacio seguro y tranquilo cercano a su amiga, no lejos de la casa de la infancia de Levyfield.

Fue una experiencia maravillosa, dice, y vivieron allí durante dos años. Sin embargo, la pareja no pudo ahorrar dinero porque pagaban $2500 al mes por el alquiler de 750 pies cuadrados.

Eso fue lo que impulsó a su madre, Mona Field, que había estado atenta a las siempre cambiantes leyes de ADU de California, a transformar el garaje detrás de su casa en Eagle Rock en una ADU de dos habitaciones para su hija y yerno (y desde el mes pasado, también para su nieto, Lev).

A dining room and kitchen
La sala de estar, el comedor y la cocina de la ADU son un espacio largo y abierto.
(Ricardo DeAratanha/Los Angeles Times)

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Field, de 68 años, profesora de ciencias políticas jubilada, destaca que está en condiciones de ayudar a sus hijos gracias a la ayuda económica que recibió de sus padres. La mujer compró su casa de cuatro dormitorios en 1992 por $267.500, por ejemplo, y ahora que es propietaria, puede darle algo de seguridad habitacional a sus hijos. “Somos personas muy afortunadas y lo sabemos”, comentó Field. “Somos un ejemplo del privilegio de la riqueza intergeneracional. Mucho de esto es posible gracias a la ayuda financiera que recibimos de generaciones anteriores. Nos damos cuenta de que la mayoría de la gente no puede hacer esto”.

Skylights illuminate a dining room table
Un par de lamparas iluminan el comedor
(Ricardo DeAratanha/Los Angeles Times)

Siempre maestra, Field analiza el camino de su familia hacia la vivienda multigeneracional en un esfuerzo por ser transparente: en 1956, sus padres compraron una casa de estilo colonial español en Hollywood por $18.000. Tras la muerte de su madre, en 2014, vendió la casa por $1,2 millones de dólares y dividió las ganancias con su hermano. Muy consciente de lo difícil que es comprar una vivienda en Los Ángeles, Field apartó el dinero para sus hijos con la esperanza de poder ayudarlos a comprar, cuando estuvieran listos.

Pero cuando llegó el momento de que los compradores primerizos buscaran una casa, la pareja se enteró de que la herencia de Field no les alcanzaría para mucho en Los Ángeles, donde el inventario de viviendas es escaso, las guerras de ofertas son comunes y los precios han alcanzado un máximo histórico. “Las cuentas no tenían sentido”, comenta Levyfield. “Ambos tenemos trabajos estables en el sector público y, sin embargo, no podemos vivir en los vecindarios donde crecimos”.

Plants, art,  a shelf with artworks and a lamp.
Una viñeta en la sala de la ADU.
(Ricardo DeAratanha/Los Angeles Times)

Incluso con un gran pago inicial, “no les iba a facilitar la vida”, reconoce Field. “Siento que deberían disfrutar de sus hogares y no ser prisioneros de una hipoteca”, agregó, un sentimiento respaldado por una encuesta reciente que encontró que uno de cada cuatro milenios que son propietarios lamentan que sus hipotecas sean demasiado caras.

Inspirada por la experiencia positiva de su hija al rentar una ADU, Field pagó a la diseñadora Agnieszka Kaleta $8000 para diseñar los planos de una ADU de dos dormitorios y 825 pies cuadrados en lugar del garaje, que se había utilizado antes como taller.

Construida durante tres meses y medio en 2019 por aproximadamente $300.000, la ADU conserva la estructura rectangular del garaje junto con sus espectaculares vigas expuestas. Amplias ventanas y tragaluces crean un ambiente soleado y luminoso para las abundantes plantas de interior tropicales de Levyfield, con hermosas vistas del amplio patio trasero y la pérgola sombreada donde la familia se suele reunir para festejos.

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A woman checks on her baby in his crib
Nadine Levyfield controla a Lev, en uno de los dos dormitorios de la ADU.
(Ricardo DeAratanha/Los Angeles Times)

La pareja derrochó en una cocina completa con electrodomésticos de bajo consumo y un fregadero de estilo rústico. El amplio espacio de almacenamiento, que incluye una despensa grande y una lavadora/secadora, le da a los interiores la estética simple que querían. El segundo dormitorio, que la pareja usó como oficina durante la pandemia, ahora sirve para Lev mientras Marshak trabaja de forma remota desde el dormitorio de la infancia de su esposa, en la casa principal.

La pareja paga renta -aunque no los precios del mercado- así como la electricidad y el gas. Field dice que sus impuestos sobre la propiedad aumentaron cuando se reevaluó el terreno por esta nueva construcción, pero cree que fue razonable dado cuánto aumenta el valor de su vivienda en general.

A sink, shower and toilet
El baño de la ADU se diseñó teniendo en cuenta el envejecimiento.
(Ricardo DeAratanha/Los Angeles Times)

A pesar de vivir muy cerca, todos trabajan duro para respetar la privacidad de los demás y, a lo largo de los años, han tenido días en los que no se ven. “Me dijeron desde el principio: ‘No vengas sin enviar un mensaje de texto’”, cuenta Field con una sonrisa, señalando que el nacimiento de Lev cambió la dinámica de su familia.

“Tener al bebé aquí aumentó nuestras interacciones”, reconoce Field. “Estoy allí la mayoría de los días ayudando con el bebé o doblando la ropa y otras tareas, a medida que los nuevos padres se adaptan a su nuevo horario”.

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Cuando Lev tenía una semana, ella lo tuvo en brazos durante una hora y media durante una reunión de Zoom de la Liga de Mujeres Votantes, mientras sus padres exhaustos descansaban un poco. “Él asistió a su primera reunión política cuando tenía una semana”, dice, con una amplia sonrisa.

Levyfield coincide en que han trabajado duro en los límites de familia versus propietario e inquilino y tratan de mantener una comunicación clara, especialmente cuando se trata de problemas de propiedad, como la plomería. Aún así, hay claros beneficios de vivir en una casa a solo unos pasos de tu madre. “Hubo un momento en que no me sentía bien, y ella me trajo sopa”, reconoce.

A bedroom with another bedroom in the background
A la pareja le gusta poder escuchar a Lev por el pasillo.
(Ricardo DeAratanha/Los Angeles Times)

Por ahora, a la pareja le gusta vivir bien cerca del bebé. “No necesitamos un monitor”, dice Marshak. “No me puedo imaginar tener que bajar unas escaleras para calentar un biberón”.

Eventualmente, las familias planean intercambiar casas. Levyfield, Marshak y su hijo se mudarán al hogar de Field, que tiene aproximadamente 2400 pies cuadrados, y Field se mudará a la ADU. El movimiento se anticipó desde el principio e influyó en algunas de las elecciones de la pareja al diseñar la ADU. “Queremos que viva aquí mientras envejece”, reconoció Levyfield acerca de la mujer y la unidad de un único piso, que incluye una ducha de fácil acceso en lugar de una bañera y pisos de madera nivelados.

Field describe su casa como un poco “mustia” y dice que la cocina, los baños y el aire y la calefacción centralizados realmente necesitan una actualización, aunque por ahora no tiene prisa.

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Nadine Levyfield, Charlie Marshak (holding baby Lev Marshak) and Mona Field (grandma) stand in front of their home.
Nadine Levyfield, a la izquierda, Charlie Marshak (sosteniendo a Lev Marshak) y Mona Field, posan entre la casa principal y la ADU, en Eagle Rock.
(Ricardo DeAratanha/Los Angeles Times)

“Estamos ahorrando para la remodelación”, comenta Levyfield. Y después de años de gastar la mayor parte de sus ingresos en la renta, Levyfield está encantada de haber vuelto al vecindario donde pasó su infancia. “Me fascina Eagle Rock”, asegura. “Fue un lugar maravilloso para crecer. Algunos de nuestros vecinos han estado aquí durante 60 años. Ahora mi hijo irá a la misma escuela a la que yo asistí”.

Durante la mayor parte de su vida, Field ha tratado de ayudar a los demás. Fue maestra, escribió un libro de texto, rentó habitaciones con descuento a estudiantes y actualmente es presidenta de la junta directiva de la Liga de Mujeres Votantes. “Quiero compartir y utilizar bien esta casa”, asegura.

Mientras habla de su hogar, la docente se fusiona con sus instintos de madre -y ahora abuela-: “Lo único que quiero es ayudar a mi familia y a la comunidad”, comenta. “Solo quiero hacer del mundo un lugar mejor antes de irme”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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